1 Quizá,
1 Tú,
2 ¿Me amas?
3 Supuse que no
5 Y mi suposición fue correcta
8 ¿Qué otra cosa más podía esperar de ti?
4 Pero, ya no más
3 Yo no quiero
7 No pienso en volver a caer contigo,
1 Nunca
8 ¿A quién engaño con éstas tristes, viles mentiras?
9 Ni a mi mismo logro convencer, en verdad patético
8 Y aún así no hago un gran intento
8 Me gusta ésta mala vida, atado a ti.
7 Me gusta más de lo que debería
6 Me gustas tú y es verdad
4 Por eso, digo seguro:
1 Yo
5 En verdad te amo demasiado.
PD Sólo por si no notaron y para vanagloriarme, lo escribí siguiendo una pseudo secuencia Fibonacci .
lunes, 18 de febrero de 2013
jueves, 14 de febrero de 2013
De mi para tu ausencia.
Al principio escribía para ti en cuadernos de corte
italiano, con tantas palabras como tan poco sentido, dolor y miseria bien
resumidos. Conforme crecí mis cuadernos conmigo, de italiano a profesional con
un poco más de sentido. Acto seguido una regresión, el rayado y los cuadros se
tornaron en cifrado, 5 líneas enunciado todos mis postulados, melodías
imaginarias, bemoles y sostenidos.
Años pasaron en que no te acaricié con mis palabras, hasta
que la Luna una vez más mis deseos de escribir vislumbrara. Deje atrás mis
cuadernos, los resguarde al fuego, fue lo más prudente de acuerdo a las voces.
Te abandone y contigo a todas las dedicatorias predestinadas en mis versos, mis
escritos; me dispuse a escribir para cualquiera que a leer dispuesto estuviera,
cabe decir que seguía sin tener a quién dedicar lo que hacia, hasta que un día
llegaron mis musas: Una pantera, un jilguerillo, una aviadora, una princesa,
una ballerina y hasta la nada. Excepto Pantera, todas mis palabras encontraron
repulsivas y me abandonaron, quedé sólo a mi suerte, sin inspiración, en otras
palabras, cual escritor encarando a la muerte.
Entonces, heme aquí, escribiéndole a tu ausencia, saboreando
mi miseria... anhelando una nueva musa.
sábado, 2 de febrero de 2013
Isanghe.
Deprimido, casi muerto de cansancio y vencido, son los tres mejores adjetivos que podrían venir en mente a cualquier persona, si tan solo pudieran ver a la atormentada alma del miserable alquimista sentado en su escritorio aquella triste noche sin Luna. Para él las sorpresas del mundo habían cesado, su ciencia lo había despojado de la maravillosa maldición que el hombre había bautizado como duda, no había misterio alguno que no pudiera ser vislumbrado por su saber y esto le hacía miserable; la vida había perdido sentido, con todas las respuestas en mano, no habría preguntas y sin preguntas ¿Qué quedaría por pensar? Nada... y si no hay en que pensar, no hay nada porqué existir.
-Sigo aquí- se decía a sí mismo, esperando el momento para desaparecer, anhelando arder, esperando a algo acontecer, pero nada, todo estaba como siempre. -Sigo aquí...-.
Los días pasaron y el alquimista no desaparecía, no dejaba de existir, cada día era tormento, ¿Cómo puede existir alguien sin razón? solo en agonía.
-Sigo aquí- se decía a sí mismo, esperando el momento para desaparecer, anhelando arder, esperando a algo acontecer, pero nada, todo estaba como siempre. -Sigo aquí...-.
Los días pasaron y el alquimista no desaparecía, no dejaba de existir, cada día era tormento, ¿Cómo puede existir alguien sin razón? solo en agonía.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)